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Influs bajo la lupa

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Castor y Polux. Influencers bajo la lupa

El mundo influencer está en plena revolución. Desde el pasado 1 de octubre ha entrado en vigor el nuevo Código de Conducta que regula la publicidad en redes sociales, y con él llega una idea clara: se acabó lo de disimular colaboraciones. Ahora, transparencia o sanción.

Después de años de “colabs”, “recomendaciones sinceras” y regalos que parecían espontáneos, el sector se enfrenta a su madurez: ya no vale con poner un hashtag ambiguo o esconder la palabra “publi” al final del texto. El código actualiza las normas y amplía quién entra en juego. Y no solo hablamos de los grandes nombres con millones de seguidores: también afectan a los microinfluencers, creadores de nicho y cualquier usuario que genere contenido con relevancia y contraprestación.

Qué cambia (y por qué importa)

Las reglas son más claras que nunca. Todo contenido que tenga una finalidad comercial y reciba cualquier tipo de compensación —ya sea dinero, regalos, invitaciones o viajes— debe identificarse como publicidad desde el primer momento. Nada de camuflarlo entre hashtags ni de fiarse de que “ya se entiende”.

Otra novedad importante: la responsabilidad se reparte. Ya no recae solo sobre el influencer; también las marcas y agencias pueden ser sancionadas si no demuestran haber puesto medios para asegurar el cumplimiento. En la práctica, esto significa contratos más detallados, comprobaciones previas y, sobre todo, una profesionalización del sector.

Y ojo, porque el código también toca temas nuevos: desde el uso de inteligencia artificial en contenidos hasta la protección de menores o la veracidad de los mensajes. Las redes están dejando de ser terreno salvaje.

Un mes de ajustes (y algo de confusión)

El primer mes de aplicación ha sido una especie de “vuelta al cole”. Muchos creadores reconocen que no lo tienen del todo claro: ¿si me invitan a un evento debo poner “publicidad”? ¿y si me regalan un producto sin pedírmelo?

@nuriacasasc No nos ha quedado muy clara la nueva normativa😂 ¿y a ti?😂 #noespubli#humor♬ sonido original – Nuria Casas

La respuesta, según las nuevas directrices, es casi siempre sí. Si hay una relación comercial o un beneficio, el público tiene derecho a saberlo.

Mientras tanto, las marcas están revisando procesos, contratos y maneras de trabajar con creadores. Algunas ya han implantado controles para asegurarse de que cada colaboración esté correctamente etiquetada. Otras, en cambio, siguen operando como antes, confiando en la buena fe y esperando que nadie las señale.

Por ahora, no se han visto sanciones ejemplares, pero los organismos supervisores están atentos. Todo apunta a que este primer mes ha servido más para educar, que para castigar.

Los que lo están haciendo bien

Hay influencers que han entendido rápido el cambio. Desde los primeros días de octubre, algunos empezaron a añadir “Publicidad” o “Colaboración pagada” al principio de sus stories, reels o publicaciones, cumpliendo con la norma de forma clara y visible.

También hay marcas que se han tomado el asunto en serio: exigen contratos firmados, justifican los envíos de producto y documentan cada colaboración. En el fondo, esta transparencia no solo protege legalmente: también fortalece la confianza del público. Cada vez más usuarios valoran saber cuándo una recomendación viene acompañada de una marca detrás.

…y los que todavía no

Aún así, sigue habiendo mucho contenido “gris”. Influencers que colocan un “#ad” perdido entre veinte hashtags, publicaciones promocionales que parecen opiniones personales o vídeos de viajes patrocinados sin una sola mención a que lo son.

@sergioshark.oficial Sígueme para más | Fabiana Sevillano sobre la nueva ley de influencers y el publi a todo @Fabiana #fabianasevillano#leyinfluencers#creadores♬ sonido original – Sergio Shark

La línea entre “colaboración” y “recomendación” sigue difusa para muchos creadores, especialmente los más pequeños. Algunos simplemente no están al tanto de la actualización; otros prefieren no complicarse. Pero la excusa del desconocimiento ya no sirve.

La transparencia no es una opción estética, es una obligación legal. Y también, en cierto modo, una declaración de principios: ser claros con la audiencia es parte del juego.

Lo que deberían estar haciendo marcas y creadores

Para navegar este nuevo escenario sin sustos, hay una lista de mínimos que cualquier profesional debería tener en cuenta:

  • Etiquetar desde el inicio: si es publicidad, que se vea.
  • Contratos claros: definir qué se promociona, cómo y bajo qué condiciones.
  • Guardar pruebas: capturas, facturas, informes… todo cuenta si surge una reclamación.
  • Formar al equipo: tanto agencias como creadores deben saber qué implica esta normativa.
  • Revisar colaboraciones pasadas: aunque sean antiguas, si siguen activas pueden revisarse.

@rosaiuris 🎬 ¡Atención influencers! 🚨 Nueva normativa 2025: 1️⃣Todo el contenido patrocinado debe ir marcado como Publicidad / Colaboración pagada aunque sean regalos. Ya no sirven hashtags diminutos. 2️⃣Si trabajas con menores… la normativa es más estricta, no la incumplas. ‼️ 3️⃣ ¿Usas IA en tus contenidos? No te olvides de indicarlo. ⚠️ No cumplir = sanciones. ⚠️ Se lo más transparente posible con tu audiencia, además de cercanía, cumplirás con la normativa. #Normativa♬ sonido original – Rosaiuris

En resumen, profesionalizarse. El influencer que entiende que esto es un negocio —y no un hobby con regalos— es quien mejor se adapta.

¿Y las sanciones?

De momento, calma. No hay grandes casos mediáticos en España, aunque sí precedentes en otros países europeos. Y eso sirve de aviso. Las autoridades están observando y, cuando empiecen a actuar, lo harán con contundencia.

Las multas pueden ir desde cifras moderadas hasta sanciones importantes, pero el verdadero golpe puede ser reputacional. A ningún creador le interesa que su nombre aparezca junto a la palabra “engaño” o “publicidad encubierta”.

La era de la transparencia (de verdad)

Durante años, las redes sociales se movieron en una frontera difusa entre la vida personal y el negocio. Hoy, esa frontera se regula. Lo que antes se veía como un juego creativo ahora exige profesionalidad, ética y claridad.

El nuevo código no pretende frenar el contenido ni restar espontaneidad, sino proteger a los usuarios y dignificar un sector que mueve millones.

Y si lo pensamos bien, puede ser una buena noticia: menos trampas, más confianza. Los creadores que se adapten no solo cumplirán la ley, sino que también ganarán credibilidad. Y en el mundo digital, la credibilidad es la moneda más valiosa.