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Preparando el verano y las redes sociales.

En pleno inicio del verano y, con las redes sociales, como una de las fuentes más importantes del entretenimiento tenemos que hablar desde diferentes puntos de vista cómo afrontar la conexión a internet. Y vamos a empezar hablando sobre la conexión, ya sabéis que no soy nada partidaria de conectarse a las wifis públicas, no por nada sino porque podemos ser más vulnerables.

Los destinos turísticos saben de la necesidad de ofrecer más servicios de los socorristas, las duchas, los aseos o las rampas de acceso a personas con movilidad reducida y, ahora, ya son muchas las playas que ofrecen la conexión wifi gratuita para todos aquellos que estén en sus arenales. La verdad que es una buena idea, sobretodo para masificar más aún las playas a las que se supone iremos a descansar. Bueno, prejuicios a parte, más del 20% de la población utiliza la conexión WIFI para descargar contenido de entretenimiento y las playas, no son menos. La conexión WIFI en las playas, se encuentra principalmente se encuentran en el sur y las islas, aunque si queremos hacer una búsqueda más intensiva podemos descargarnos la aplicación de Playea donde nos viene información detallada de las playas.

Claro, que como siempre recuerdo cuando sale este tema, si nos conectamos a una red pública lo mejor es que no accedamos a información privada del tipo nuestra cuenta bancaria…en cambio si lo que estás buscando es conectarte a los medios de comunicación, a spotify o a ver el contenido que han publicado en las redes sociales, no deberíamos tener más problema que el tiempo que invirtamos en ello.

El hecho de tener wifi en la playa para algunos puede suponer una distracción genial, ver una serie (si la luz lo permite), ver los últimos tiktoks y salirnos u olvidarnos del objetivo principal por el que íbamos a la playa que no es otro, que disfrutar del mar, los amigos, la arena o de un rato en familia. En esta línea quiero aprovechar para irnos a las vacaciones de una forma que nos ayude a evitar dejar a los más revoltosos o más movidos el móvil como instructor o entretenimiento máximo, y es que, se está viendo que hay un incremento muy elevado de número de adictos en edades tempranas a las redes sociales.

En Irlanda, tanto los educadores como los padres han acordado no exponer al uso de dispositivos móviles a sus hijos en edades tempranas, o sea, antes de empezar el ciclo de la secundaria o lo que viene siendo empezar a utilizar dispositivos a partir de los 12 años. Cuando ya los niños toman una conciencia sobre los hábitos y aprenden a establecer horarios. Si bien, puede resultar bastante pelíagudo, que lleguen a los 7 u 8 años y de repente, se les diga, ¡Se acabó el móvil! porque muchos de ellos ya están acostumbrados a tenerlo durante muchos minutos al día, por no decir horas, que también.

Puede ocasionar muchos conflictos y es que, hoy en día, vas a un restaurante, a una playa, a un hotel o donde sea y ves a los padres sentados tranquilamente tomándose algo, mientras que los más pequeños están viendo en sus pantallas a Luli Pampín o Loloo Kids. Hace poco me llamó mucho la atención en un restaurante, a la hora del desayuno una familia, eran cuatro personas, dos niños de unos 7 o 9 años y dos padres, mientras desayunaban, los niños tenían un despliegue tecnológico que ni yo cuando trabajo fuera de la oficina. Equipados con cascos, cada uno el suyo, con un ipad y un móvil al lado para conectarse a internet. Cada uno, estaba viendo un capítulin de alguna serie de dibujos, en este caso, alemana mientras los padres, mantenían una conversación «super sana», un desayuno muy tranquilo y te preguntas ¿qué estamos fomentando con estas rutinas que les generamos?

Es difícil atender a los críos, requieres mucha atención de forma constante, pero sólo si los padres y los centros de educación nos ponemos de acuerdo, seremos capaces de no generar adictos a la tecnología y TOOOOODo lo que conlleva, redes sociales, soledad, depresiones que vienen derivadas de la sensación de sentirse solos, vacíos…en fin, un compendio que podemos evitar. La mejor forma de evitar esa dependencia a los móviles o tablets es generar rutinas en las que acopañemos, juguemos o pasemos tiempo con los más pequeños. Es decir, educar sin dispositivos, esto no quiere decir que nos hagamos amis, sino que le pongamos sentido común a lo que hacemos día a día.