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Oleada sanitaria, oleada de teletrabajo.

El teletrabajo ha pasado de ser una forma de trabajar deseada por muchos para obtener una mejor conciliación a una forma de vida y una necesidad por parte de las empresas y de los trabajadores debido o gracia a la pandemia. Y es que, desde que estuvimos confinados hemos tenido una cantidad de procesos de adaptación a este nuevo método.

En primer lugar, el adecuar nuestro espacio en casa para el trabajo, no todos tenemos la suerte de disponer una habitación como despacho dentro de casa, salvo que estemos ya más que acostumbrados a hacerlo, por ejemplo, en Cactus Comunicación llevamos ya más de 9 años teletrabajando y hemos aprendido a separar el trabajo del estar en casa, sin embargo para muchos este método resultó incómodo, ya no por el espacio sino también por las herramientas necesarias para trabajar.

Algunos se llevaron a cuestas la oficina, arramplaron con todo el equipo y lo pusieron donde buenamente pudieron, otros, corrieron a internet a comprarse un equipo para poder trabajar, ¿quién lo pagó? ahí queda una pregunta abierta ya que no hay datos de quién compró los equipos para poder hacer teletrabajo, la empresa, el trabajador…en fin, sea como fuere, muchos tuvieron que disponer de un espacio que, en la mayoría de los casos, compartían con sus hijos y la teleformación.

Una vez que ya estuvimos listos, preparados y con un mínimo espacio para trabajar se planteaba la siguiente cuestión, ¿quién debería pagar el acceso a internet? ¿La empresa, el trabajador, a pachas? Que para muchos aún está sin resolver. Tras esa pregunta ya empezamos a crear rutinas de trabajo, a adaptarnos a la situación y a las reuniones digitales con nuestros compis, se acabaron las pausas para el café, los chismorreos de oficina y empezaron los ciberataques y la adaptación al entorno cloud.

Para otros el teletrabajo se está convirtiendo en una nueva forma de vida y ya existe la filosofía llamada workation, que es mezclar el trabajo con las «vacaciones» o el ocio, a estas personas también se les denomina nómadas digitales, que hoy, hasta yo estoy practicando desde Lanzarote. Al final con llevarte un portátil y tener conexión a internet es más que suficiente para crear nuevos modelos de salud laboral, conciliación y todo ello, sin perder clientes o las rutinas de trabajo que más necesitemos.

Los destinos para este tipo de trabajadores son lugares poco habitados y bien conectados a internet, muchos destinos han ampliado espacios para trabajar como los coworking, sin embargo, es mucho más frecuente buscar algún apartamento turístico y obviamente con conexión wifi, aunque si bien es cierto, si eres de este tipo de trabajadores lo más probable es que tengas acceso ilimitado de datos desde móvil y puedas conectarte desde cualquier lugar.

Por un lado, las empresas están buscando la forma más óptima para que los procesos de trabajo a través del ordenador se encuentren de forma remota sin utilizar la red local, es decir, utilizar internet para acceder a los datos, las aplicaciones y el entorno de trabajo. Algo para que no todas las empresas ni estaban ni están preparadas. Algo para lo que sí debemos empezar a salvaguardar y por lo que estamos empezando a ver una corriente de pensamiento: «Zero Trust» o lo que es lo mismo «confianza cero».

Las empresas no deben confiar en nada, ni dentro ni fuera de la empresa. Dentro porque las herramientas que había disponibles ya no funcionan como lo hacían antes y no es porque hayan dejado de hacerlo, sino más bien porque estos sistemas tradicionales de seguridad como los cortafuegos por ejemplo no son eficaces porque ya no estamos dentro del perímetro físico.

Para intentar llevar a cabo este modelo de seguridad los sistemas que utilicemos deben estar adaptados a lo que los expertos en ciberseguridad denominan «las tres Ws» que son workforce, workload y workplace, o lo que es lo mismo, fuerza de trabajo, cargas de trabajo y lugar de trabajo. Una de las soluciones que existe para garantizar la seguridad es que haya varios factores de autenticación como por ejemplo contraseñas o a través de datos biométricos a través del reconocimiento facial por ejemplo, o como ya habréis visto en muchas compras por internet con SMS y autenticación en la aplicación en la que vayamos a trabajar.

Si ya por último, nos vamos a los usuarios, también tendremos que estar alerta y las empresas poner medios para que el creciente número de transacciones que se desarrollan por internet, tengan la seguridad de poder hacerlo sin problemas. Un tipo de mail que ha subido una barbaridad es el mail de suplantación de alguna empresa de envíos para que confirmemos la hora o. el día de llegada a nuestros domicilios. Antes de hacer clic, debemos asegurarnos que, es el mail con el que hemos comprado, que aparezca el nombre de la empresa a la que hemos comprado y si no estamos seguros al 100% ponernos en contacto con el vendedor para asegurarnos de que llega a través de ese servicio de mensajería.

Las tiendas online no sólo deben garantizar la seguridad de la información privada de los usuarios, sino también con la capacidad de gestionar los pedidos de sus tiendas online, porque hay cada tienda local…que mete miedo, pero ese tema lo dejaremos para otro día, en el que os contaré las aventuras y desventuras que supone comprar en algunas tiendas online.

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