Saltar al contenido

Social cooling o enfriamiento social

  1. Las redes sociales se han convertido en un sitio donde expresar ¿libremente? nuestros pensamientos, actividades, rutinas y otras cosas que pueden ser personales o profesionales, sin embargo, siempre hay algo que no nos permite ser del todo, nosotros mismos. Por explicarlo de una forma mucho más sencilla, digamos que es como si fuéramos a pedir un crédito al banco o que nos acaba de dar el alto la guardia civil, (casi) siempre intentamos mostrar nuestra personalidad más políticamente correcta.

¿Qué es social cooling?

A la falta de seguridad de expresar una opinión como realmente la pensamos se le conoce como Social Cooling o lo que es lo mismo, el enfriamiento social, es una restricción que nos hacemos de forma personal, nos autocensuramos, porque sabemos que lo hacemos en las redes sociales tiene un impacto (en mayor o menor medida) en la, digamos, realidad offline.

Esta conducta tiene su origen en el conocimiento que tenemos y nos ofrece nuestro entorno sobre qué es y cómo se utiliza internet, así como todos los peligros asociados a la red, o la investigación sobre nuestra personalidad y como exprimirla para vender más a más personas. Hoy en día, ya todos sabemos que si quieren pueden hacer un diagnóstico bastante exhaustivo, y que no siempre será verídico, sobre quiénes somos, qué hacemos, nuestras preferencias musicales o simplemente, nuestras aptitudes para desempeñar un puesto de trabajo, lo sabemos y en cierto modo, seguimos alimentando a toda la maquinaria que aloja y algoritmiza todas esas características individuales que nos clasifica en meros targets a los que disparar las campañas de publicidad.

El análisis del comportamiento del usuario pasa desde los robos de cuentas que algunos hacen para sonsacar información, el cómo nos manejamos por internet y cómo desde esa información se hacen parámetros más o menos estandar sobre grupos de personas con algunos intereses en común.

Lo que hacemos en internet acaba pasando factura.

Sí, somos conscientes de los peligros que alberga internet y lo más curioso de todo esto es que, quiénes resultan ser mucho más discretos son lo más jóvenes, los nacidos entre el 95 y el 2005, la generación Z o también conocida como la post-Google.

Crean perfiles con pseudónimos, saben hasta dónde pueden publicar para no correr riesgos innecesarios como que les roben o vaya a visitar un indeseable por publicar que está «sólo en casa», aunque lo mejor es que crean listas de amigos y seleccionan cuidadosamente quiénes pueden ver y quiénes no sus publicaciones. Este comportamiento, que quizá podríamos esperar más de adultos ya consolidados.

Hasta que no vimos cortar las barbas del vecino…

Me explico, los que hace 15 ó 10 años empezaron su andanza en redes sociales, por ser el más pionero o el más innovador empezó a publicar distintos contenidos sobre su vida privada, a la vez que él, lo hacían los de su generación, las empresas, los medios…lo hicimos y, lo seguimos haciendo la mayoría de las veces, sin ton ni son, hasta que las empresas empezaron a despedir a algunos trabajadores con comentarios fuera de lugar o sin ningún tipo de respeto en las redes sociales. Es cuando empezamos a darnos cuenta de la magnitud de nuestras acciones o comentarios en la red. Y es que como decía antes, lo que hacemos en internet, deja huella, estamos construyendo una identidad digital que ya no sólo nos define a nosotros mismos como individuos, sino también a los cientos de miles de millones que han entrado al menos una vez en la red y con los que formamos una sociedad.

Nosotros pasamos un rato en internet, los algoritmos se frotan las manos.

Accedemos de forma rutinaria y lo que para nosotros es pasar el tiempo un rato en las redes sociales para el big data se convierte en puntuaciones que los que se dedican a esto los comparan con los de personas o información que ya tienen verificada y ofrecen probabilidades sobre otra información que no hemos publicado en la red, es decir, de los likes que hacemos, las publicaciones, las opiniones y otra información que leemos o visitamos en internet se concluyen por el tipo de comportamiento y con algoritmos información sobre religión, tendencia política o detalles «menos importantes» como si nos gustan las plantas o si nos gusta ver la tele a las 3 de la mañana.

Del espionaje a las puntuaciones: o vales o no vales.

Como todos sabemos que nos espían y con nuestro mecanismo humano, intentamos cuidar la imagen y lo que decimos en las redes sociales o los blogs, lo que supone que a largo plazo, se acabará creando una espiral del silencio  (como esa de la que ya en su día nos habló Noelle Newman) y que podría suponer un internet con mucho sesgo informativo. Esto a su vez, provoca que cambiemos nuestra personalidad digital con la finalidad de obtener mejores puntuaciones.

Todo este tema del social cooling está en debate porque son muchos los que se preguntan, si adaptamos nuestro comportamiento en internet para obtener mejores puntuaciones, en realidad ¿nos estamos conformando con los parámetros que nos marcan los algoritmos? O ¿la puntuación que saque ese algoritmo para qué servirá?.

En China, según la página de www.socialcooling.com (fuente de inspiración de este artículo), cada adulto tiene un puntaje de crédito social, que es exigido por el gobierno, se basa no sólo en los registros de los posibles delitos, sino también en lo que dicen en las redes, lo que comparten con sus amigos o con quién se relacionan, ellos añaden una puntuación…y si alguien tiene una puntuación más baja de lo estimado, no podrá trabajar para el gobierno.

¿Existe una solución?

Pues resumiendo a muy pocas palabras: de momento no. Y es que se está empezando a tratar esta problemática y es que ahora que ya podemos analizar absolutamente todo a base de clic, va a resultar muy complicado el entender los datos, porque sabemos que nos están observando y como nos observan jamás seremos nosotros mismos, y si no somos del todo nosotros mismos ¿Cómo lo van a saber los que analizan? y lo más importante ¿restará esta actitud pasota que no nos pronunciemos en todos los temas que deberíamos por el miedo al que dirán?.

Los expertos aseguran que es un de gran envergadura que se podría comparar con el Calentamiento Global, y es que ese silencio por el qué dirán o cómo me puntuarán será nuestro principio para la autocensura, en el que no tendríamos derecho a la equivocación, y como buenos humanos que somos, como esto ocurra, será cavar nuestra propia tumba. Así que hablemos con sentido, con argumentos y con educación. Quizá así consigamos un internet que realmente permita el diálogo y la libertad de expresión.